Ingrid Rivera Rubio – Psicóloga
Analista de investigación Así Vamos en Salud
Tras pasar más de un año desde el comienzo de la pandemia por COVID-19 y de la implementación de las medidas de distanciamiento físico y confinamiento, se generó en la población una serie de agravantes para la salud mental, entre ellas se encuentra la sensación de incertidumbre y desesperanza, las cuales parecen no tener fin.
En los últimos meses, tras el confinamiento y pasar largas jornadas de aislamiento en casa, es común escuchar a las personas manifestando sensaciones como la falta de ánimo, agotamiento, y el sentimiento de no tener un rumbo claro, entre otras, generando una fatiga mental cada vez más difícil de poder manejar. Al respecto, se ha documentado que a esta condición mental se le ha denominado languideciente, la cual es más frecuente que el trastorno depresivo mayor y se define como “un estado en el que un individuo carece de emoción positiva hacia la vida, no está funcionando bien ni psicológica ni socialmente, y no ha estado deprimido durante el año pasado” (Keyes, 2003).
Este término fue acuñado por el sociólogo Corey Keyes quien realizó una investigación en el cual pretendían describir la prevalencia de la salud y la enfermedad mental. Dicho estudio arrojó que existe una mayor probabilidad que las personas que puedan padecer algún tipo de trastorno mental son las que languidecen ahora mismo. Según Keyes (2010) menciona que el cambio en la salud mental fue un predictor de la prevalencia e incidencia de la enfermedad mental en su estudio.
Por otro lado, Adam Grant, profesor de administración y psicología de la Universidad Wharton School en Pensilvania menciona que la languidez “es el hijo ignorado de la salud mental. Es el vacío entre la depresión y la ausencia de bienestar”. Esta condición afecta la motivación de las personas, altera la capacidad de concentración y tiene la probabilidad de reducir el desempeño en el trabajo, estudio, entre otras labores.
Recomendaciones para tratar la languidez
Grant recomienda a las personas que presentan esta condición, entrar en un Estado de Flow (o Estado de Fluidez) el cual se experimenta de manera espontánea cuando una persona está motivada y capacitada al momento de realizar una actividad, llevándolas a un nivel de creatividad y productividad, hasta el punto en el que pierden la noción del tiempo ya que están empleando su máximo esfuerzo con el objetivo de lograr una meta en determinado tiempo (Csikszentmihalyi, 2013).
Consejos para entrar en un Estado de Flow:
1. Determinar tiempos que no se puedan interrumpir: establecer espacios de “ocio o evasión” donde se realicen actividades que traigan bienestar como: hacer deporte, leer un libro o artículo de interés, cocinar, compartir en familia, pintar, etc.
2. Concentrarse en un objetivo alcanzable: identificar un objetivo que sea específico y realizable, ya que esto permitirá que las personas entren en sintonía con su nivel de habilidades. Sin embargo, es importante que a la hora de definir estos objetivos haya un nivel adecuado entre la motivación y la habilidad para realizar la tarea que se ha planteado, ya que si se plantean actividades que requieren un grado de dificultad que exige gran esfuerzo puede resultar estresante o todo lo contrario, si la tarea no representa ningún grado de dificultad puede resultar aburridor.
3. Enfocarse en el proceso, más no en el resultado: el estado de flow está relacionado con la realización de una actividad o tarea y no con el resultado, tal vez el resultado pueda resultar motivador, pero lo importante es disfrutar de lo que se está haciendo, es decir, dejarse llevar por ese momento de felicidad o disfrute.
Fuentes
Keyes, C. (2010). Change in Level of Positive Mental Health as a Predictor of Future Risk of Mental Illness. Mental Health Promotion and Protection. https://n9.cl/zb3u5